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La Fascitis Plantar consiste en la inflamación de la fascia plantar, una banda de tejido elástico que va desde el talón hasta los dedos del pie. Su función es esencial ya que es una de las principales responsables de mantener el arco plantar, absorber y devolver la energía que se produce cuando el pie impacta contra el suelo, entre otras funciones.
La inflamación de la fascia plantar provoca dolor en el talón al apoyar el pie como consecuencia de la rigidez ocasionada por no tener movimientos mientras dormimos, y suele darse más comúnmente entre los deportistas.
Cuando se produce esta molestia se debe acudir al fisioterapeuta, ya que es el profesional que determinará la causa del dolor y en consecuencia el tratamiento más adecuado.
Además de la visita al fisioterapeuta, os proponemos una serie de ejercicios muy fáciles de realizar y que os van a ayudar a aliviar el dolor ocasionado por la fascitis plantar:
- Rodar el pie descalzo sobre una pelota (pelota de tenis) o botella de agua congelada (si resulta inaguantable el frío se puede realizar con calcetines), realizando movimientos hacia delante y hacia atrás.
- Realizar estiramientos enfocados en el gemelo, tendón de Aquiles y la fascia plantar.
Se puede realizar un masaje en la planta de los pies con algún tipo de pomada anti-inflamatoria.
Existe otra forma de aliviar la fascitis plantar, y es mediante la utilización de unas plantillas personalizadas que van a permitir liberar la fascia y de este modo se alivia la inflamación de esta estructura.
La fibrosis muscular es la formación patológica del tejido fibroso, es decir, la sustitución del tejido muscular por tejido fibroso o acumulación de fibras de colágeno. Aparece cuando se produce una pequeña rotura del tejido muscular con fase inflamatoria y la proliferación de colágeno en el tejido.
Como consecuencia el tejido se vuelve poco flexible, con mala vascularización y no cumple su función. Es por ello que duele la rodilla y se da una limitación funcional en la persona que lo padece.
Los tejidos afectados a menudo se adhieren a los músculos adyacentes y como consecuencia, la persona se lesiona y tiene que cesar su actividad.
La fisioterapia puede ayudar en el tratamiento de esta afección empleando diferentes técnicas:
- Trabajo de Potenciación Excéntrica. Se realiza mediante ejercicios excéntricos que van a permitir estirar las fibras y los músculos.
- Electrólisis Percutánea intratisular (EPI). Es una técnica de fisioterapia invasiva que consiste en la aplicación eco-guiada de una corriente galvánica a través de una aguja de acupuntura que produce un proceso inflamatorio de carácter local permitiendo la fagocitosis y la reparación del tejido blando afectado (tendón, ligamento, músculo, etc.).
- Fibrolisis Diacutánea o Ganchos. Técnica QUE se realiza con unos ganchos («crochet») de acero inoxidable. Su función principal es la ruptura de adherencias y la mejora de la movilidad intratisular y biomecánica.
- Terapia Manual – Masoterapia. Se utilizan distintas técnicas de masaje que mejoran la movilidad tisular y articular general, disminuyendo las adherencias, mejorando la inflamación, la circulación local, etc.
Lo importante es que si sientes dolor, no lo dudes y consultes con tu fisioterapeuta, el/ella sabrá como ayudarte.
El hombro congelado, capsulitis adhesiva o periartritis del hombro es una afección que provoca dolor y rigidez en el hombro debido a la inflamación.
La causa que lo provoca deriva de la cápsula de la articulación del hombro que tiene ligamentos que fijan los huesos del hombro entre sí. Cuando la cápsula se inflama, los huesos son incapaces de moverse libremente en la articulación. En la mayoría de las ocasiones no hay causa para la inflamación, pero existen unos factores de riesgo que pueden provocarlo:
- Diabetes.
- Menopausia.
- Problemas de tiroides.
- Problemas cardiacos.
- Lesiones cervicales.
- Cirugía en el hombro.
- Enfermedad de discos cervicales del cuello.
Hay tres etapas o fases que se dan en el hombro congelado:
- Congelamiento o etapa dolorosa. Comienza a disminuir el rango de movimiento y el dolor va aumentando, con una duración de entre 6 y 9 semanas.
- Congelado o fase adhesiva. El dolor disminuye pero la rigidez permanece. La duración suele ser entre 4 o 6 meses.
- Descongelado o fase de recuperación. La rigidez va disminuyendo lentamente. La recuperación completa del movimiento y fuerza puede durar entre 6 meses a 2 años.
Los síntomas del hombro congelado son:
- Dolor.
- Rigidez.
- Disminución de la movilidad del hombro.
El hombro congelado sin una causa conocida comienza con dolor. Este dolor impide el movimiento del brazo, que a su vez puede llevar a que se presente rigidez e incluso menos movilidad.
Su diagnóstico normalmente se realiza con una historia clínica y una exploración física en la que se le pide al paciente que realice una serie de movimientos y en los que se observa cualquier movimiento que presente dificultad.
En ocasiones es necesario realizar cirugía, debiéndose efectuar tratamiento fisioterapéutico después de la misma.
El tratamiento de un hombro congelado es principalmente a través de anti-inflamatorios no esteroideos, inyecciones de esteroides y la fisioterapia.
El tratamiento del hombro congelado en fisioterapia conlleva:
- Aplicación de calor al comienzo del tratamiento para ayudar a aflojar el hombro antes de las movilizaciones y estiramientos.
- Utilización de TENS para reducir el dolor.
- Movilizaciones suaves del hombro.
- Estiramientos.
- Masajes suaves.
- Acupuntura.
- Crioterapia.
Es importante realizar un tratamiento temprano del hombro congelado que ayude a prevenir la rigidez.
Los isquiotibiales son los músculos que se encuentran en la parte posterior del muslo, desde la pelvis hasta por debajo de la rodilla. Tienen un papel fundamental en la extensión del muslo sobre la cadera y la flexión de la pierna sobre el muslo cuando nos encontramos de pie.
Este grupo de músculos está formado por el bícep femoral, el semitendinoso y el semimembranoso. Estos músculos se sitúan en la cara interna de la tibia y facilitan la flexión y rotación de la articulación de la rodilla y la cadera.
Son músculos propensos a sufrir lesiones, y su contracción puede ocasionar problemas de espalda (esto es importante a tener en cuenta por parte de las personas inactivas o sedentarias).
Una lesión de los isquiotibiales generalmente esta ocasionada por un traumatismo originado por golpes, por un sobre-esfuerzo o por no realizar los estiramientos adecuados; lo que puede ocasionar una distensión, contractura muscular o rotura de fibras.
Los síntomas son el dolor intenso en la zona posterior del muslo, incapacidad de movimiento, perdida de fuerza muscular e inflamación. Aunque dependiendo del tipo de lesión (distensión, contractura, esguince o rotura) se pueden apreciar diferentes síntomas.
Hay factores que pueden aumentar el riesgo de sufrir este tipo de lesión como la practica de deportes de contacto o de sobrecarga en las piernas (fútbol, basket, carreras, rugby,…), la fatiga muscular, un esfuerzo excesivo, un peso corporal excesivo, la deshidratación, una lesión en el muslo anterior, etc.
Para proteger este grupo muscular y evitar lesiones es necesario combinar los ejercicios de fortalecimiento con los estiramientos.
Si ya se padece una lesión de los isquiotibiales es aconsejable guardar reposo, elevar la zona afectada, utilizar vendas elásticas de compresión, aplicar hielo y si el especialista lo estima oportuno de pueden utilizar medicamentos anti-inflamatorios para reducir el dolor e inflamación.
Una vez que el dolor haya desparecido, es conveniente realizar estiramientos y ejercicios de fortalecimiento para prevenir futuras lesiones.
Los tratamientos fisioterapéuticos que pueden ayudar a este tipo de lesiones son:
- La Terapia Electro-médica.
- La Activación Muscular (MAT).
- La Acupuntura.
- Crio-cinesiterapia (Combinación de Crioterapia y Kinesioterapia).
- …
El desgarro muscular (rotura de fibras) es una lesión muscular que puede producirse de una manera directa (contusión), o de una manera indirecta (elongación brusca del músculo producida por una contracción rápida y/o por la realización de un sobre-esfuerzo). Es una lesión de tipo hemorrágica derivada de la rotura de los vasos sanguíneos que recorren el músculo afectado, provocando un dolor muy intenso que impide contraer el músculo.
Puede producirse en cualquier parte del cuerpo, pero es más común en los músculos de las piernas y suelen ser frecuentes en deportistas.
Generalmente las personas que lo padecen sienten un chasquido o como si le hubiesen arrojado una piedra.
Los síntomas que presenta una lesión de estas características es dolor repentino, agudo e intenso acompañado generalmente de un hematoma.
La gravedad del desgarro depende de la cantidad de fibras que se rompen, y también de otros factores como la localización, el tamaño y morfología de la rotura, la edad, la existencia de enfermedades simultáneas, el estado de salud general, etc.
Los desgarros musculares de clasifican como:
- Grado 1 Leve: De 8 a 10 días.
- Grado 2 Moderado: De 3 a 4 semanas.
- Grado 3 Grave: De 1 a 3 meses.
En los casos más graves, como el desgarro total del músculo, se produce un hematoma muy extenso e inflamación pronunciada que inmoviliza la zona afectada.
El tratamiento a seguir en caso de padecer un desgarro muscular:
- No realizar actividades que causen dolor, y dejar de practicar deporte hasta que el dolor haya desaparecido.
- Aplicar frío. La aplicación de frío en la zona genera una vasoconstricción de los capilares y vasos rotos que reduce el sangrado en la zona y favorece los procesos de reparación posteriores.
- Masaje drenante. Ayuda a evacuar el exceso de inflamación que se produce mejorando el dolor.
- Medicamentos anti-inflamatorios sin esteroides. Ayudan a aliviar el dolor. Siempre, antes de tomar cualquier tipo de medicación hay que consultar con nuestro médico.
- Se aplica calor solo cuando ya se esta preparado para volver a la actividad física.
- Una vez que haya desaparecido el dolor agudo, se puede comenzar a realizar un estiramiento ligero hasta donde el dolor lo permita. Conforme progresamos en la recuperación, paulatinamente elevamos la actividad física.
Hay que tener en cuenta que si el dolor es persistente, es mejor no continuar exigiendo a la zona afectada con más ejercicios o movimientos, ya que se pueden lesionar aún más la zona y dejarla incapacitada por varios meses.
Como siempre os comentamos, ante cualquier síntoma de lesión acudid a un especialista que os indique el tratamiento a seguir en función del tipo de lesión.
La celulitis (lipodistrofia ginecoide) es una afección a nivel microvascular conjuntiva en la que los depósitos de grasa de la hipodermis desorganizan el tejido celular subcutáneo. Esa desorganización da lugar a trastornos circulatorios, fibrosis, dolor,…
La grasa que se acumula se presenta principalmente en la zona de los muslos y glúteos, pero también es habitual encontrarla en la parte baja del abdomen.
El tratamiento para la celulitis requiere de mucha paciencia, por ello es importante adoptar unos hábitos saludables que se conviertan en un estilo de vida. En este artículo os queremos ofrecer una serie de consejos para que consigáis disminuir la temida celulitis:
- Mantén una dieta sana y equilibrada. Opta por alimentos que contengan gran cantidad de líquidos y de fibra.
- Bebe mucha agua. La celulitis se da por un acúmulo de grasas, a los que se le añade la acumulación de líquidos y una mala circulación. Es importante beber mucha agua ya que nos ayuda a evitar la retención de líquidos, nos ayuda a eliminar las toxinas que se pueden acumular en la zona y en el resto del organismo, disminuyendo así el problema.
- Realiza ejercicio. Sin duda es la mejor manera para luchar contra la celulitis. El ejercicio aeróbico o cardiovascular (andar, correr, nadar, tenis…) ayuda a la pérdida de peso general, ayuda a mejorar el aspecto de la zona afectada y ayuda con la pérdida de grasa.
- Reduce la sal en la dieta. El exceso de sal produce un aumento de la retención de líquidos, agravando el problema. Los procesados o precocinados producen el mismo efecto que la sal ya que contienen altos niveles de sodio. Hay que evitar consumir este tipo de alimentos.
- Evita la cafeína, té y otros excitantes.
- Realiza masajes circulares en la zona afectada con agua fría. El frío activa el metabolismo, y esto va a ayudar a eliminar la grasa y a mejorar la calidad y elasticidad de la piel.
- Realiza sesiones de drenaje linfático manual. El drenaje tiene un gran poder de eliminación de líquidos, estimula la formación de colágeno y mejora la calidad de la piel. Es importante buscar un buen profesional que sepa realizar esta técnica adecuadamente.
- Evita ingerir alta cantidad de alimentos ricos en proteínas. Las dietas hiperproteicas producen muchas toxinas que se acumulan en el organismo y producen una mayor retención de líquidos.
- Evita el uso de prendas demasiado ajustadas. Las prendas muy ajustadas dificultan el retorno venoso y empeoran el problema de la celulitis.
Las emociones que experimentamos se ven en gran medida reflejadas en nuestro estado de salud. En muchas ocasiones el dolor físico que podemos padecer sobre nuestro organismo son el resultado de nuestras emociones: tristeza, apatía, estrés, ira, ansiedad, etc.
La depresión es un sentimiento de tristeza que puede manifestarse en algún momento de la vida de una persona y que puede llegar a afectar a la capacidad de relacionarse con otras y puede afectar a la realización del trabajo o incluso en el día a día.
El dolor, el malestar y la incapacidad para realizar las actividades que antes se realizaban con normalidad dan lugar a un estado de frustración que puede desencadenar en una depresión o agravarla si ya existe.
En relación a la salud de la espalda, la depresión esta considerada como un trastorno psicológico común entre las personas que sufren dolores de espalda crónico.
Los dolores de espalda que se prolongan en el tiempo y que no tienen una explicación física clara y se acompañan de decaimiento en el estado de ánimo, podrían tratarse de dolores provocados por una depresión.
Si una persona se encuentra baja de ánimo o decaída, con muchas probabilidades los posibles dolores de espalda que padezca pueden verse afectados y aumentar su intensidad. A su vez, un intenso dolor de espalda o un dolor crónico pueden desembocar en emociones negativas.
El dolor que una persona experimenta puede afectar a su estado mental haciendo que este empeore y se prolongue, lo que repercute a su vez en el estado anímico con:
- Nivel de energía bajo.
- Cambios de humor extremos.
- Anormalidades a niveles hormonales.
- Dolor muscular extremo.
- Apatía, frustración y desmotivación.
El dolor de espalda relacionado con una depresión es importante que sea tratado por un especialista (psicólogo – psicoterapeuta) que realice el tratamiento que más se adecue al paciente.
Cuando la depresión tiene además un componente de dolor físico se requiere de un tratamiento fisioterapéutico específico que ayude a aliviar el dolor.
La artritis reumatoide es una enfermedad inflamatoria crónica de origen autoinmune que afecta a las articulaciones y tejidos circundantes. Causa dolor, hinchazón y rigidez. Suele presentarse en más de una articulación (las articulaciones más afectadas son los dedos de las manos, muñecas, tobillos y pies) y las personas que la padecen pueden sentir malestar, cansancio e incluso fiebre.
Cualquier persona puede verse afectada por esta enfermedad, aunque es más frecuente en personas de edad avanzada y más común en mujeres. El tratamiento temprano aumenta la probabilidad de controlar la inflamación y reducir los posibles daños estructurales.
Aunque se desconocen las causas que dan origen a la enfermedad, se sabe que es el propio sistema inmune el que ataca a los tejidos del propio cuerpo, de ahí que sea una enfermedad catalogada como autoinmune. Algunos factores que podrían causar la artritis reumatoide son: los genes, el medioambiente, las hormonas y el tabaco.
Los síntomas iniciales de la enfermedad pueden causar dolor articular leve, rigidez y fatiga. Hay ciertos periodos de tiempo en los que los síntomas se agudizan con inflamación de articulaciones en ciertas personas, y en otras es permanente y continua.
En las articulaciones afectadas los síntomas pueden ir desde hinchazón, ardor, hipersensibilidad, dolor frecuente, enrojecimiento y dificultad a la movilidad. Puede aparecer fiebre, debilidad o falta de energía, pérdida de apetito, anemia, dificultad para dormir, entumecimiento, ardor y hormigueo de manos y pies, sequedad o secreciones en ojos…
Su diagnóstico debe ser realizado por el médico de cabecera o el reumatólogo. Es una enfermedad difícil de diagnosticar porque no hay una prueba específica para determinar la enfermedad, los síntomas pueden ser iguales a los de otras enfermedades de las articulaciones y puede tomar algún tiempo para que se presente el cuadro completo con todos los síntomas.
El tratamiento de personas con artritis reumatoide se basa en la disminución del dolor, reducción de la hinchazón, reducción del daño de la articulación, de modo que se ayuda al paciente a mantenerse activo el mayor tiempo posible aumentando su bienestar.
La fisioterapia puede ayudar mediante diferentes tratamientos como el laser de baja potencia y TENS (disminuyen el dolor a corto plazo), ejercicios activos, aplicación de frío y calor, férulas, masoterapia y terapia manual, reducación muscular, estiramientos, etc.
Es importante mantener un buen equilibrio entre el descanso y el ejercicio, hay que cuidar las articulaciones, reducir el estrés y mantener una dieta saludable.
La fibromialgia es una enfermedad crónica que causa dolores especialmente en el sistema musculo-esquelético. Las personas con fibromialgia tienen dolor y sensibilidad en todo el cuerpo. Suele acompañarse de fatiga crónica y otros síntomas como dificultad para dormir, rigidez matutina, dolores de cabeza, alteraciones del sueño, ansiedad y depresión, periodos menstruales dolorosos, sensación de hormigueo o adormecimiento en las manos y los pies, falta de memoria o dificultad para concentrarse (fibroneblina).
Es un trastorno que afecta más a las mujeres y se cree que puede deberse a factores hormonales. Aunque también son susceptibles de padecerla hombre y niños, es más habitual que aparezca a edades avanzadas.
Las causas de la fibromialgia son desconocidas, aunque se relacionan con trastornos en las moléculas que se encargan de la transmisión del estímulo nervioso. Existen varios factores que pueden estar relacionados con este trastorno:
- Factores genéticos.
- Acontecimientos estresantes o traumáticos como accidentes de tráfico, cirugías, traumatismos,…
- Lesiones recurrentes.
- Malestares o dolencias.
- Ciertas enfermedades.
Estos son factores que pueden dar lugar a su aparición pero para que la enfermedad se de es necesaria una predisposición genética. La fibromialgia también puede ocurrir por sí sola.
La fibromialgia puede ser difícil de tratar. Es importante que consiga a un médico que está familiarizado con este trastorno y su tratamiento. Muchos médicos de cabecera, internistas generales o reumatólogos pueden tratar la fibromialgia. Los reumatólogos son médicos que se especializan en la artritis y otras condiciones que afectan las articulaciones o tejidos blandos.
El tratamiento para la fibromialgia a veces requiere que sea multidisciplinar:
- Farmacología. Ansiolíticos, antidepresivos, relajantes musculares, inyección de corticoides en los puntos gatillo, anti-inflamatorios,…
- Fisioterapia y ejercicio físico. La Fisioterapia es primordial. El ejercicio físico ajustado al paciente es necesario para obtener mejorías.
- Tratamiento psicológico.
La fisioterapia es uno fundamental en el tratamiento de esta afección. Son varias las técnicas que se pueden utilizar:
- Maso-terapia. Masaje del tejido conjuntivo, drenaje linfático y auto-masaje (se enseña al paciente cómo realizarlo)
- Consiste en la aplicación de un laser puntual e Infrarrojos que aumenta la microcirculación en zona afecta, libera endorfinas y aumenta la temperatura corporal con efectos analgésicos y de relajación muscular.
- Osteopatía y Terapia Manual. Presión isquémica en puntos gatillo, tratamiento miofascial, terapia craneosacral,…
- Técnicas fisioterápicas de relajación.
- …
El fisioterapeuta se encargará de realizar un estudio al paciente y aplicará un protocolo adaptado a sus necesidades.
Siendo una enfermedad que actualmente no tiene cura, lo recomendable es acudir a buenos profesionales y realizar una combinación de los tres tratamientos más importantes (farmacológica, fisioterapia y psicología) para que mejore la calidad de vida de las personas que padecen la enfermedad.
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