El desgarro muscular (rotura de fibras) es una lesión muscular que puede producirse de una manera directa (contusión), o de una manera indirecta (elongación brusca del músculo producida por una contracción rápida y/o por la realización de un sobre-esfuerzo). Es una lesión de tipo hemorrágica derivada de la rotura de los vasos sanguíneos que recorren el músculo afectado, provocando un dolor muy intenso que impide contraer el músculo.
Puede producirse en cualquier parte del cuerpo, pero es más común en los músculos de las piernas y suelen ser frecuentes en deportistas.
Generalmente las personas que lo padecen sienten un chasquido o como si le hubiesen arrojado una piedra.
Los síntomas que presenta una lesión de estas características es dolor repentino, agudo e intenso acompañado generalmente de un hematoma.
La gravedad del desgarro depende de la cantidad de fibras que se rompen, y también de otros factores como la localización, el tamaño y morfología de la rotura, la edad, la existencia de enfermedades simultáneas, el estado de salud general, etc.
Los desgarros musculares de clasifican como:
- Grado 1 Leve: De 8 a 10 días.
- Grado 2 Moderado: De 3 a 4 semanas.
- Grado 3 Grave: De 1 a 3 meses.
En los casos más graves, como el desgarro total del músculo, se produce un hematoma muy extenso e inflamación pronunciada que inmoviliza la zona afectada.
El tratamiento a seguir en caso de padecer un desgarro muscular:
- No realizar actividades que causen dolor, y dejar de practicar deporte hasta que el dolor haya desaparecido.
- Aplicar frío. La aplicación de frío en la zona genera una vasoconstricción de los capilares y vasos rotos que reduce el sangrado en la zona y favorece los procesos de reparación posteriores.
- Masaje drenante. Ayuda a evacuar el exceso de inflamación que se produce mejorando el dolor.
- Medicamentos anti-inflamatorios sin esteroides. Ayudan a aliviar el dolor. Siempre, antes de tomar cualquier tipo de medicación hay que consultar con nuestro médico.
- Se aplica calor solo cuando ya se esta preparado para volver a la actividad física.
- Una vez que haya desaparecido el dolor agudo, se puede comenzar a realizar un estiramiento ligero hasta donde el dolor lo permita. Conforme progresamos en la recuperación, paulatinamente elevamos la actividad física.
Hay que tener en cuenta que si el dolor es persistente, es mejor no continuar exigiendo a la zona afectada con más ejercicios o movimientos, ya que se pueden lesionar aún más la zona y dejarla incapacitada por varios meses.
Como siempre os comentamos, ante cualquier síntoma de lesión acudid a un especialista que os indique el tratamiento a seguir en función del tipo de lesión.