Las emociones que experimentamos se ven en gran medida reflejadas en nuestro estado de salud. En muchas ocasiones el dolor físico que podemos padecer sobre nuestro organismo son el resultado de nuestras emociones: tristeza, apatía, estrés, ira, ansiedad, etc.
La depresión es un sentimiento de tristeza que puede manifestarse en algún momento de la vida de una persona y que puede llegar a afectar a la capacidad de relacionarse con otras y puede afectar a la realización del trabajo o incluso en el día a día.
El dolor, el malestar y la incapacidad para realizar las actividades que antes se realizaban con normalidad dan lugar a un estado de frustración que puede desencadenar en una depresión o agravarla si ya existe.
En relación a la salud de la espalda, la depresión esta considerada como un trastorno psicológico común entre las personas que sufren dolores de espalda crónico.
Los dolores de espalda que se prolongan en el tiempo y que no tienen una explicación física clara y se acompañan de decaimiento en el estado de ánimo, podrían tratarse de dolores provocados por una depresión.
Si una persona se encuentra baja de ánimo o decaída, con muchas probabilidades los posibles dolores de espalda que padezca pueden verse afectados y aumentar su intensidad. A su vez, un intenso dolor de espalda o un dolor crónico pueden desembocar en emociones negativas.
El dolor que una persona experimenta puede afectar a su estado mental haciendo que este empeore y se prolongue, lo que repercute a su vez en el estado anímico con:
- Nivel de energía bajo.
- Cambios de humor extremos.
- Anormalidades a niveles hormonales.
- Dolor muscular extremo.
- Apatía, frustración y desmotivación.
El dolor de espalda relacionado con una depresión es importante que sea tratado por un especialista (psicólogo – psicoterapeuta) que realice el tratamiento que más se adecue al paciente.
Cuando la depresión tiene además un componente de dolor físico se requiere de un tratamiento fisioterapéutico específico que ayude a aliviar el dolor.