La bursitis es una afección que produce hinchazón alrededor de los músculos y los huesos. Provoca que la bursa se inflame, y de ahí que se padezca bursitis. La bursa es un pequeño saco lleno de líquido que actúa como una almohadilla entre un hueso y otras partes móviles del cuerpo, como los músculos, los tendones o la piel.
La bursitis surge como consecuencia del uso excesivo de una articulación, una sobrecarga o por una lesión directa.
Aunque también puede ser causada por un traumatismo, artritis reumatoide, la gota o infecciones.
La bursitis comúnmente se presenta en el hombro, la rodilla, el codo y la cadera. Otras áreas que pueden verse afectadas abarcan el tendón de Aquiles y el pie.
Las personas más propensas a ella son los atletas, los músicos, los jardineros, los carpinteros,…, que realizan movimientos repetitivos, y se hace más frecuente en las personas de edad avanzada.
Los síntomas de la bursitis pueden incluir:
- Sensibilidad y dolor articular cuando se presiona alrededor de la articulación.
- Rigidez y dolor cuando se mueve la articulación afectada.
- Hinchazón, calor o enrojecimiento sobre la articulación.
- Dolor mientras hay movimiento y cuando descansa.
- Dolor en áreas cercanas a la zona afectada.
El tratamiento de la bursitis tiene como objetivo sanar la bursa que se encuentra inflamada y reducir el dolor y la inflamación. Esto se puede conseguir con reposo, inmovilización con un vendaje apropiado, elevación del área afectada, anti-inflamatorios, la aplicación de hielo de 3 a 4 veces al día durante los primeros 2 o 3 días, etc. El tratamiento dependerá de la zona que este afectada.
En algunos casos puede aliviar el dolor no acostarse sobre el lado afectado, no estar de pie durante largos períodos, pararse sobre una superficie suave y acolchada, colocar una almohada entre las rodillas cuando se esté acostado de lado…
La fisioterapia es un tratamiento eficaz para ayudarnos a aliviar el dolor derivado de la bursitis.
En caso de padecerla debemos ir a nuestro médico, que mirará el historial médico y realizará un examen físico. Si lo cree necesario, mandará unas pruebas que pueden incluir:
- Extracción de líquido de la bursa.
- Cultivo de líquido.
- Resonancia magnética.
Se puede prevenir su aparición teniendo en cuenta una serie de pautas como:
- Hacer calentamiento o estiramiento antes del ejercicio.
- Realizar ejercicios que fortalezcan los músculos que rodean la articulación.
- Hacer pausas frecuentes al realizar tareas repetitivas.
- Proteger la articulación afectada con almohadillas (rodilleras o coderas).
- Evitar en la medida de lo posible la realización de tareas repetitivas.
- Mantener una buena postura.
- Comenzar poco a poco las actividades o ejercicios nuevos.