La ingle es una zona de la cadera que se encuentra entre el estómago y el muslo, y en ella encontramos cinco músculos que nos permiten mover la pierna: el aductor corto, el aductor largo, el aductor mayor, el músculo recto interno y el pectíneo.

Una de las lesiones más comunes de esta zona y que forma parte de las lesiones deportivas más comunes es la distensión inguinal o tirón en la ingle, que se da como consecuencia de un alargamiento o desgarro en alguna de las estructuras (tendones y ligamentos) de los músculos de la pelvis. Suele afectar a la zona en la que se unen el músculo y el tendón.

La distensión inguinal causa un dolor agudo y repentino en la zona de la ingle que más tarde se convierte en un dolor sordo. Entre otros, puede aparecer hinchazón y sensibilidad en la zona afectada.

En caso de padecer una distensión inguinal debemos acudir a nuestro médico para que evalúe los síntomas y realice una exploración física del área inguinal, y en caso necesario nos realizará otras pruebas como radiografías o ecografías.

Su tratamiento debe ser llevado a cabo por un profesional especializado en medicina deportiva, o bien por un fisioterapeuta.

Hay que tener en cuenta que cuanto antes se trate la lesión más probabilidades tendremos de evitar posibles complicaciones o que la distensión acabe siendo cónica.

Si tras evaluarnos, el médico y/o fisioterapeuta nos indica que padecemos una distensión inguinal, debemos en primer lugar guardar reposo y posteriormente y de manera evolutiva iremos reintroduciendo el movimiento para no perder fuerza muscular. Ellos determinarán qué músculos están dañados y cuál es el alcance del daño.

El fisioterapeuta nos enseñará una serie de ejercicios preventivos encaminados a aumentar la capacidad de movimiento del músculo dañado para fortalecerlo.

La realización de masajes, aplicación de ultrasonidos o inyecciones son otras de las técnicas que el fisioterapeuta puede emplear para mejorar la distensión inguinal.

Es importante que no se vuelva a realizar actividad física hasta que la distensión o desgarro haya cicatrizado y podamos mover la cadera sin sentir ningún tipo de dolor.

Lo más importante para prevenir este tipo de afección es realizar ejercicios de calentamiento antes de la actividad física y de relajación después de cada actividad. Realizar ejercicios de fortalecimiento para evitar que la lesión reaparezca. Hacer los ejercicios indicados por el médico o fisioterapeuta. Y evitar hacer ejercicio demasiado rápido tras la lesión, ya que esto puede aumentar las posibilidades de sufrir daños a largo plazo.

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